El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de los pulmones que provoca dificultad para respirar, opresión torácica, sibilancias y tos, entre otros síntomas. Se calcula que más de 300 millones de personas la padecen en todo el mundo, y muchas más corren el riesgo de desarrollarla. Las personas con asma deben tomar medidas preventivas para reducir la aparición y la intensidad de los ataques, así como para mantener bajo control su salud y bienestar general.
Control del asma
El primer paso para controlar los síntomas del asma es saber qué desencadena el ataque. Suelen ser alérgenos (ácaros del polvo, polen, pelo de animales domésticos, etc.), irritantes (humo de tabaco, olores fuertes, contaminación atmosférica, etc.) e infecciones respiratorias. Una vez conocidos los desencadenantes, es importante evitarlos y establecer con tu médico un plan de control que incluya el uso de medicación y el seguimiento de los síntomas.
Las revisiones periódicas con el médico son una parte esencial del control del asma, ya que le permiten ajustar la medicación y asegurarse de que funciona correctamente. Llevar un diario de los síntomas del asma y de las citas con el médico puede ayudar a controlar los episodios y los tratamientos.
Prevención de las crisis
Además de controlar los síntomas, es importante tomar medidas preventivas para evitar las crisis de asma. Vacunarse contra la gripe y las infecciones pulmonares puede ayudar a reducir el riesgo de sufrir una crisis. Mantener la casa y el lugar de trabajo limpios de ácaros del polvo y otros alérgenos, evitar la exposición al humo del tabaco y ventilar la casa en épocas de altas concentraciones de polen también puede ayudar a prevenir los episodios de asma.
Si hay un animal en casa, es importante asegurarse de que se cepilla, se lava y se mantiene fuera en la medida de lo posible. Para quienes tengan que hacer ejercicio a bajas temperaturas, lo mejor es llevar ropa de abrigo, mantener una bufanda alrededor de la cara y evitar el contacto con el aire frío.
Asma y estrés
A veces, el estrés puede aumentar el riesgo de sufrir un ataque de asma. Por tanto, es importante aprender a controlar el estrés mediante técnicas de relajación y mantenerse alejado de las situaciones que podrían provocar una crisis. También es importante estar al día de la medicación y tomar los tratamientos prescritos según las indicaciones.
Conclusión
Controlar y prevenir las crisis de asma implica identificar y evitar los desencadenantes, seguir un plan de tratamiento y acudir regularmente al médico para las revisiones. Tomar medidas preventivas y reconocer la importancia de la relajación y el control del estrés también puede ayudar a reducir el número de crisis asmáticas.