El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una enfermedad crónica que afecta a millones de niños y a menudo se prolonga hasta la edad adulta. Incluye una combinación de problemas persistentes, como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo. Las personas con TDAH pueden tener problemas para concentrarse, para controlar los comportamientos impulsivos (pueden actuar sin pensar en las consecuencias de sus actos) o pueden ser excesivamente activas. El TDAH no tiene cura, pero puede controlarse eficazmente, y algunos síntomas pueden mejorar a medida que el niño crece.
¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)?
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se considera un trastorno del neurodesarrollo. Los trastornos del neurodesarrollo son afecciones neurológicas que aparecen en la primera infancia, normalmente antes de entrar en la escuela, y afectan al desarrollo del funcionamiento personal, social, académico y/o laboral. Los médicos diagnostican el TDAH basándose en una serie de criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). Los síntomas pueden incluir dificultad para mantener la atención, inquietud o nerviosismo, cometer errores por descuido o asumir riesgos innecesarios. Algunas personas con TDAH pueden sufrir ansiedad o depresión.
Detección y diagnóstico del TDAH
Decidir si un niño padece Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un proceso que consta de varias fases. No existe una prueba única para diagnosticar el TDAH y hay muchas otras afecciones, como la ansiedad, la depresión y ciertos tipos de trastornos del aprendizaje, que pueden presentar síntomas similares. Esta página ofrece una visión general de cómo se realiza el diagnóstico, qué pruebas pueden ser necesarias y las opciones de tratamiento disponibles.
En primer lugar, un profesional, como un pediatra o un psiquiatra, debe determinar si se dan los síntomas de falta de atención, impulsividad e hiperactividad (tanto en niños como en adultos) y en qué medida afectan al funcionamiento diario de la persona. Una evaluación exhaustiva puede requerir una o varias visitas, y entre los pasos que hay que dar se incluyen una exploración física, el conocimiento de los antecedentes médicos, académicos y familiares de la persona, y distintas pruebas psicológicas.
Una vez confirmado el diagnóstico, es probable que el médico recomiende un tratamiento que puede incluir medicamentos, terapias conductuales o ambos, dependiendo de la gravedad del TDAH. Los medicamentos pueden incluir estimulantes y otros no estimulantes. Los estimulantes son los medicamentos más utilizados para tratar el TDAH y pueden ser eficaces para controlar los síntomas en aproximadamente el 80% de las personas. Los estimulantes suelen considerarse seguros, pero pueden producir efectos secundarios como insomnio, disminución del apetito y trastornos del crecimiento. También pueden utilizarse otros medicamentos, como antidepresivos y ansiolíticos, para tratar los problemas asociados de ansiedad y depresión.
Las terapias conductuales suelen recomendarse además de los medicamentos, y pueden implicar formación en gestión parental, entrenamiento y psicoterapia. El entrenamiento en gestión parental, por ejemplo, tiene como objetivo ayudar a los padres a mejorar el comportamiento de sus hijos mediante el uso de técnicas de refuerzo positivo y de resolución de problemas. El coaching ayuda a los niños a desarrollar habilidades de organización, planificación y resolución de problemas. A menudo se recomienda psicoterapia a los niños con TDAH para ayudarles a gestionar emociones como la ira y la frustración.
Tratamientos alternativos y estrategias de prevención del TDAH
No se ha demostrado científicamente que los tratamientos alternativos, como los cambios en la dieta, los suplementos y los productos naturales, mejoren los síntomas del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Sin embargo, la Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños con TDAH limiten su exposición a alimentos que contengan colorantes, saborizantes y conservantes artificiales, incluidos ciertos alimentos procesados y de preparación rápida.
La actividad física también puede ser beneficiosa para las personas con TDAH, ya que ayuda a reducir la hiperactividad, mejorar la concentración y encontrar una salida al exceso de energía. Otras actividades que implican centrarse en la tarea que se está realizando, como el yoga y la meditación, también pueden ser útiles.
También se han popularizado las medidas preventivas para el TDAH. El Instituto Nacional de Salud Mental recomienda ayudar a los niños a desarrollar sus habilidades, como la resolución de problemas, el autocontrol, la concentración y la autoestima. Esto puede hacerse proporcionando refuerzos positivos y evitando castigos o críticas. Los padres deben esforzarse por proporcionar a sus hijos un entorno coherente y predecible a lo largo del día.
Conclusión
Aunque no existe cura para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), puede controlarse eficazmente con una combinación de medicamentos, terapias conductuales, cambios dietéticos y medidas preventivas. El primer paso para diagnosticar y tratar el TDAH debe ser una evaluación exhaustiva realizada por un médico cualificado. Es importante que las personas con TDAH busquen ayuda para mejorar los síntomas y llevar una vida plena y satisfactoria.